miércoles, 15 de agosto de 2007




Viñetas de Taiwan



(o cómo alcanzar el mutuo beneficio del win-win situation)

Es común tener un sector dedicado a pequeños puestos de ventas en las dependencias públicas, tales como ministerios, y hasta en los hospitales. En lugar de la vieja costumbre de los “choriceros” que van por las oficinas en Costa Rica –o iban, qué se yo--, los vendedores “arriendan” un puesto o mesita de la asociación de empleados o administradores, y allí venden sus productos, ya sea té orgánico, joyas de jade, ropa para niños, o buñuelos con carne.

También en los hospitales se acostumbra que los enfermos traigan su propia comida. La primera vez que vi a alguien entrando al hospital con una merienda de Mc Donald’s casi me da algo, pero si no tiene restricciones por la dieta, acá todo se vale.

El “seguro” o jienbao cubre la estadía en caso de emergencia, pero lujillos extra se pagan por separado. Usted puede tener enfermera de piso, enfermera privada o cuidador extra “contratado” por medio del hospital. Los cuartos van de cuatro a seis personas, divididos por biombos. Si quiere uno de dos, va pagando. Lo mismo la dieta. Tiene que pedir la comida, o asumen que usted o alguien más va a ir al KFC del frente todos los días a la hora de almuerzo. Eso si, no pida dieta blanda. Se lo advierto. Ah, y le cobran extra, quiéralo o no, por un locker donde guardan sus pertenencias.

En el Hospital de la Universidad de Taida se les va un poquito la mano. Yo sé que es grande, pero tienen dos Starbucks, y dos food court. Uno en el subterráneo y otro más pequeño, junto al Hospital de Niños. O sea.

El de Tzu Chi también tiene un food court, que se caracteriza por ser la mayor concentración de puestos de comida vegetariana de todos tipos, desde sírvase usted mismo a sopas. De comida tailandesa a fritangas taiwanesas.


También dentro de los hospitales y edificios públicos es común hallar un 7-Eleven, o por lo menos, un miniabastecedor administrado por los propios empleados, donde puede comprar arroz, aceite, carne, jugos, leche, y demás etceteras. Hasta ropa, zapatos o corbatas. En los edificios más grandes, como por decir algo, la Central de la Policía, el Ministerio de Relaciones Exteriores, y hasta el Palacio Presidencial, hay barbería, peluquería, lavandería, oficina postal –y con ello, un banco-, y por supuesto, una o más sodas. Nosotros si podemos, nos vamos a la Policía, donde hacen un arroz frito de chuparse los dedos. Eso si, llegue temprano.