lunes, 24 de marzo de 2008

El día después

¿Cómo explicamos los resultados de las elecciones si la mayoría de las personas no tiene una idea clara de lo que ocurre en Taiwan? Trataremos de ser lo más amplios y sencillos posible. No es solamente votar pro o contra China.

Primero que todo, los taiwaneses votaron por un cambio. Tras ocho años de gobierno “verde”, que padeció siempre de minoría en el Congreso, las cosas no se movieron con la rapidez esperada y muchos cambios necesarios –las leyes “sunshine” o anti-corrupción, entre ellas-- no pudieron ser realizados. Otros cambios realizados fueron recibidos con altibajos, y como todo cambio, con una mezcla de esperanza y temor.

Tercero, las personas tenían una serie de expectativas con respecto a los gobernantes del antiguo partido que fuera de oposición por muchos años, y cuando estas expectativas no se llenaron –si bien los logros en materia social alcanzaron la ley de pensiones-- ante el agravamiento del costo de la vida por el alza en el precio del crudo, y por ende el crecimiento de la brecha entre ricos y pobres, el resentimiento creció y se manifestó en las urnas.

Cuarto, confluyeron las acusaciones de malversación de fondos –aunque ustedes no lo crean, la disputa son unas facturas por 500 mil dólares taiwaneses-- y los cargos de “insider trading” contra el yerno del presidente para que la gente desconfiara del mandatario. Si bien todos los casos fueron a juicio, sin importar que tan cercanos o elevados fueran los puestos, igual la gente se desilusionó y perdió la confianza en el partido gobernante. A pesar que los "verdes" = el partido gobernante les recordaron una y otra vez todos los mártires por la democracia que aportaron, la gente les pasó la factura diciendo que ya se habían vuelto tan corruptos como los peores de sus predecesores al probar las mieles del poder, y se olvidaron de los ciudadanos pequeños.

Quinto, la idea de que la “economía” está mal. A pesar de su fuerza e impulso, la idea general es que está mal, especialmente si se compara con el crecimiento en China -ver siguiente punto-. Esto en parte por la realidad del encarecimiento de la vida, el estancamiento de los salarios –¿para qué va el patrono a pagar más aquí si puede irse para China y pagar un cuarto de lo paga acá?—y el creciente desempleo –las fábricas se fueron a China. Para colmo, muchas empresas cerraron de la noche a la mañana, así el patrono no paga prestaciones, ni seguro, ni pensiones, sino que se embolsa la plata y huye con una millonada para vivir como un rey allá, y los trabajadores se quedaron sin nada a edades en que ya no pueden reincorporarse al campo laboral. El estado no puede perseguir al culpable –está más allá del alcance de la ley-- y debe endeudarse para reactivar áreas que entran en decadencia.

Sexto, el canto de sirena de China. Todos quieren engancharse a esa locomotora desbocada, todos quieren participar de los beneficios de ese crecimiento acelerado. Muchos han comprado apartamentos en ciudades como Shanghai, por ejemplo, y se jactan de que los costos son una cuarta parte que en Taipei. Si bien la economía de Taiwan en los ochentas tuvo un crecimiento de hasta 18% anual, ahora es un decente 4 a 5%. No está mal, pero la gente quiere comer piña sin que le duela la panza. Ahora se promete un mercado “abierto”, sin pensar en las consecuencias. Ya se intentó con las frutas y verduras, con la consiguiente pérdida de copyright e inundación de productos falsos en la propia China, marcados como hechos en Taiwan, con la consiguiente pérdida de mercado. Nada más piense en que las asociaciones de empresarios extranjeros han pedido vuelos directos para hacer negocios allá, viviendo acá. ¿Por qué será?

Séptimo, la respuesta al levantamiento en Tíbet. Taiwan está seguro ahora que no puede esperar apoyo de las potencias occidentales, y que todos sus logros democráticos hasta ahora –de una dictadura regida con mano de hierro por un partido-estado, a una democracia participativa regida por leyes, que sean como sean, se cumplen, se respetan, y se aplican a todos sin importar que sea Fulanito de Tal-- no le harán merecedora de la más mínima piedad internacional. El mundo, por razones económicas, le dice sí a la PRC sin pensarlo dos veces.

Los ganadores se plantean como una panacea, ilusionando a la gente con soluciones refritas –inversiones en infraestructura—que ya no pegan con los costos actuales tan elevados, o la apertura al mercado chino, con todos sus peligros –y la experiencia de lo limitadas que son las ganancias dado el resultado de las inversiones hechas en estos últimos años. De todos modos, se espera que el gobierno acelere su paso con un acuerdo mejor entre la legislatura y el poder ejecutivo, y que se pueda aprovechar de la expansión de mercados sin perder el bigote. Lo que si es seguro, es que no podrán volver atrás, a los “viejos tiempos”, y tendrán que compartir el poder con otras fuerzas vivas del país. También cuentan con gente muy preparada y experimentada, con mayor experiencia internacionalmente, que pueden dar un giro a la imagen y percepción que se tiene de Taiwan en la actualidad. En otras palabras, a pesar de sus ventajas y desventajas, se espera de ellos un buen desempeño.

En una democracia, hay libertad de expresión y derecho a escoger a quien se desea que represente los intereses de la nación. También existen una serie de mecanismos para que el pueblo exprese si está o no satisfecho con ese desempeño, y para recordarle a sus gobernantes quién paga sus salarios, o sea, para quién trabajan. Ya se escogió, el pueblo habló, y ahora todos vamos a colaborar para que esta isla sea cada día mejor, y vivamos en paz con la pancita llena
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