viernes, 30 de marzo de 2007



¡Qué tiempos más locos!

Al fin salió el sol después de tres largas semanas de lluvia, viento y frío. Para hacerla mejor, este fin de semana no tengo nada que hacer –no hay actividades extracurriculares –a.k.a fiestas- la casa está limpia, la ropa lavada, y la otra semana hay un feriado largo de 4 días –dejando solamente 3 días laborales. Entiéndanme, que eso acá en Taiwan es muy difícil. El año pasado tuvimos sólo 3 días feriados...en todo el año, y no fueron seguidos. Así que hoy viernes, estoy haciendo planes para invertir ese tiempo libre de la forma más agradable posible.

Para que vean ustedes lo loco que está el tiempo, este fin de semana se pronostica una temperatura máxima en Taipei en unos 30 grados...en plena primavera. El martes 3 de abril probablemente golpee la isla un frente frío, con temperaturas de hasta 12 grados o menos en la ciudad, y es muy probable que haya nieve en las montañas del centro.
Aprovechar este buen clima es fácil: sólo falta escoger dónde ir y a pasear. Una de las cosas que más me gusta de acá es el eficiente servicio de transporte, que te deja hasta en la última montaña. Ayúdenme a decir cuál plan suena mejor:
Tomar el metro hasta Danshuei, un puerto turístico al norte de Taipei. De ahí, se puede ir a la playa, o pasear por el malecón, o tomar un bote ya sea a Bali -al otro lado del puerto- que hay un parte y senderos preciosos, o un ferry de vuelta hasta Taipei. Si no, se puede quedar uno a medio camino en Guandu, y entra en el área de conservación de manglares o alquilar una bicicleta y dar vueltas por ahí.
Tomar un bus a Wulai, Pinlin o Sanxia. Todos estos son pueblos pequeños, a media hora máximo de Taipei. La parte del centro de todos ellos está algo “quemada”; o sea, demasiado turístico, pero si uno se sale del beaten path encuentra cosas bellas, como casas antiguas, puentes de hamaca, restaurantes y cafés acogedores. Wulai tiene un museo dedicado a los aborígenes, Pinlin uno dedicado al té, y Sanxia un templo cuyos detalles decorativos son obras de arte.
Tomar el tren a algún pueblo más lejos, como Hsinchu, Inge, Sanyi, Pingshi,... o cualquiera así por probar.
En otras palabras, por menos de 100 New Taiwan Dollars (unos $3 US), me puedo dar el gusto de alejarme del mundanal ruido de la ciudad. Este es mi consejo especial para todo aquél que desee venir a Taiwan: es necesario salir de la ciudad al menos una vez al mes, sino una vez a la semana. Vivir como abejas en un colmenar es bueno hasta cierto punto, tiene muchas ventajas, pero lo cierto es que por aquéllo de la salud física y mental, es recomendable chinearse un poquito.
Acá no es como en San José, que se abre la ventana y te saluda un caballo comiéndose las rosas ... en un área supuestamente residencial (el problema no es de dónde se zafó el caballo, sino dónde fue a parar). Bueno, eso ya es exagerar, pero no es lo mismo tener ardillas y pajaritos en los árboles, ver las montañas mientras tiendes la ropa, y admirar esas nubes enormes, inmensas, abrazadas a los volcanes.

Una por otra. A mi me gusta mucho Taiwan. Es un lugar que se acopla muy bien a mi estilo de vida. Este paraíso de los nerds tiene librerías y bibliotecas por todas partes, y esto significa alcanzar el cielo para una rata de libros como yo. Los cines de estreno son carísimos, pero existe la opción de ir a ver las películas algo pasadas en cines de segunda, a un precio risible (y a dos por uno). Los museos son muy populares: prueba de ello es que hay que hacer filas de horas en el Museo del Palacio. Para los que padecemos de hambre 24 horas al día, hay mercados nocturnos, así como puestos de ventas callejeras –bastante buenos en general- y supermercados de 24 horas en cada cuadra. Pero yo lo que quiero es que mi mamá me haga un chocolate caliente. Diay, ni modo.