miércoles, 2 de enero de 2008

Sólo en Taiwan –recuento del primer día del año

El primero de enero, a las dos de la mañana, voy trastabillando --después de un largo y agotador día de trabajo, una opípara cena de 16 platos y un carrerón para ver los fuegos artificiales del Taipei 101-- hacia la estación de metro de Gonkuan, en la Universidad Nacional de Taiwan. Para mi sorpresa, hay un grupo de seis (¿?) trabajadores armando otra serie de marcos para poner bicicletas. Ya tienen la mitad armada, lo que me dice que han estado trabajando toda la noche. Aparte de eso, tienen la paciencia de montar poco a poco las bicicletas que han tenido que mover del lugar para poner la estructura; o sea, en vez de dejarlas amontonadas, las están colocando muy ordenaditas en su respectivo lugar. A mí, casi me da un infarto al miocardio de verlos en esas a esas horas.

Para llegar al lugar de los fuegos artificiales, tuve que tomar un taxi. Lo bonito es que el chofer me vacila por cargar mi postre en mano –no me dio tiempo de quedarme a disfrutarlo--, me habla en inglés, y sabe donde está Costa Rica. Me deja en la pura puerta de donde voy –implica entrar a una rotonda privada--, me desea feliz año, y sólo me cobra el excedente de 20 nts –cargo que se paga por ley al tomar un taxi después de las 11 de la noche.

Ocho de la mañana. Entre mis sueños siento más que oigo el teléfono. Me levanto para ver quien de Costa Rica –tiene que ser, sólo a ellos se les ocurre llamara horas impertinentes en feriado-- para encontrarme con la sorpresa de que es la dueña de mi casa. Que mil disculpas por atrasarse a darme el contrato nuevo –se firma contrato cada año-- y que si estoy anuente y me gusta todavía la casa, podemos firmar el contrato al día siguiente. Pura vida.

Estamos a diez grados. Hace sol, pero al entrar a la cocina, el viento frío me ataca por la retaguardia y me hace retroceder de nuevo a la camita.

Dos de la tarde. Me despiertan las campanitas del camión de la basura. O sea, un primero de enero... Ya que estamos de pie, salimos a comprar el periódico y desayunar. Mmm...no hay nada en TV, así que llamamos un par de compinches y alquilamos unas películas por medio del sistema de “movies on demand” –por Internet, muy conveniente. No se baja ni se guarda nada, se puede atrasar o adelantar, y se puede ver varias veces en uno, dos o más días. Muy conveniente y sencillo para quienes nos come la tecnología. Almuerzo/Cena: Domino’s, con un mini-balde de pollo.

A las diez, al poner el despertador, me acuerdo que no he llamado a Costa Rica ni escuché el conteo como el año pasado. Oops. De nuevo a las cobijas. Brr.