lunes, 23 de julio de 2007

Son esas cosas...

Hay muchas cosas de mi país que me duelen en el alma. Una de ellas, tal vez por ser pariente/descendiente y exdocente, es la situación de la educación.

No se puede comparar el estado del sistema educativo en Taiwan con el de CR, pero si se pueden hacer observaciones. Ambos adolecen de problemas estructurales ajenos a los recursos económicos, porque la verdad, la plata no es el problema, si el enfoque está equivocado, si la cultura no ayuda, si no hay apoyo en casa ni en la sociedad.

Conste que hay muchas cosas que me fascinan del sistema educativo aquí. Ser educador es una profesión todavía muy respetada en la comunidad. Adoro las escuelas tan grandes, con equipo y mobiliario muy sencillo, en un espacio limitado pero bien utilizado. Hay suficientes escuelas por comunidad –de hecho, pronto empezarán a cerrar algunas ya que por el descenso en la tasa de la natalidad, ya no hay chiquitos-- y se refuerza –legalmente-- la obligatoriedad de asistir a la escuela por medio de los dirigentes de barrio. Los niños y muchachos pasan en la institución la mayor parte del día, tienen tareas todos los días –que los papás deben revisar y firmar-- y además asisten a la escuela suplementaria. Se les inculca un sentido de responsabilidad hacia su escuela: ayudan a limpiar, a repartir los almuerzos, a cargar los libros de los profesores o compañeros con discapacidad.

Sin embargo, las estructuras mentales son las más difíciles de cambiar. Acá por más que se ha luchado, poco se le ha restado a la mentalidad, en parte por una mala interpretación de la teoría confucionista, en parte por el legado de la época de la Ley Marcial (ver noticia del Taiwan News), y los profesores en su mayoría todavía predican el evangelio de “no mover el bote, no pensar, no cuestione la autoridad”. Esto es sumamente peligroso, especialmente a nivel económico. Mientras que el Ministerio de Educación hace planes para fomentar la creatividad, tadavia existen profesores que castigan –y hablo hasta de castigo físico, también prohibido hace años en los reglamentos-- a los que se atreven a hacer las tareas o los ejercicios de otra manera. Lo peor es que hay muchos padres de familia apoyan esta mentalidad, ya que fue la que les metieron a ellos mismos a punta de golpes y bastonazos.

El problema es que ya la economía no es la misma. Requiere vitalidad, expresión, creatividad. La economía de servicios y de valor agregado se basa en la iniciativa propia, en la agilidad, en no esperar que le tengan que decir las cosas. Se necesita anticipar los gustos del cliente; de ser posible, hasta de manipularlos y crearlos. Algunos jóvenes ya han despertado de este letargo, y han salido del cascarón convertidos en verdaderos dragoncitos innovadores. Se organizan y participan en movimientos comunitarios o estudiantiles. Destacan en sus trabajos y crean nuevas empresas o revitalizan las existentes. Pero muchos, y ésto es lo trágico, se pierden en medio del caos generacional. Son la llamada “generación fresa” –sin relación alguna con los fresas de CR en los 80s, sólo un poco en el consumismo--. Se les llama así porque “no aguantan nada”.

Duran si acaso dos o tres meses en los trabajos. Lloran por todo, y no saben enfrentar los problemas o conflictos personales o laborales. Pasan metidos en las tiendas por departamentos y no saben nada del mundo que los rodea, a pesar de ser la generación que más tiempo pasó sentada en las aulas –más de 12 horas al día, fines de semana y veranos incluidos. Dicen que no les interesa la política, pero sí son presa fácil de líderes religiosos o políticos inescrupulosos, que si les dicen que se tiren de un puente, van y lo hacen aunque sea del puente equivocado. La tasa de suicidios es alta, y lo peor del caso, evitable. Que una muchacha se colgó en la universidad como protesta por un conflicto legal de su amiga con el casero, que otro se le descompuso el equipo de laboratorio una semana antes de presentar la tesis, que al otro lo criticaron en Internet...

La vida es demasiado preciosa y frágil, pero a ciertos jovencitos les hace falta una base firme para poder cuidarla, y por ello, la menor brisa es como un vendaval. Triste, muy triste.

En Costa Rica, la situación va de mal en peor, en un caos que va más allá de una sola generación. El sistema educativo no es más que un reflejo del resto de los problemas. Veamos por ejemplo, este titular que me quito el apetito: http://www.diarioextra.com/2007/julio/19/nacionales11.php
Colegio Deportivo de Limón:
HAMPA OBLIGA A JÓVENES A ABANDONAR ESTUDIOS
Delincuentes armados han reducido a la impotencia no solo a los jóvenes, sino también al personal administrativo y a los profesores, para robarles sus pertenencias y amedrentarlos.
“Hay gente infiltrada en el Colegio que se dedica a vender droga entre los mismos estudiantes”, dijo el oficial.

Y ese mismo día: http://www.diarioextra.com/2007/julio/19/nacionales01.php

Mideplan y Unicef realizarán investigaciones:
COMPRAN CELULARES CON LA PLATA DE AVANCEMOS
Los estudiantes que reciben ¢50 mil mediante el programa Avancemos, que inició la administración Arias, gastan esos recursos en la compra de teléfonos celulares y en otros objetos de consumo, por lo cual no se cumple con las metas trazadas por el gobierno.

Lo uno y lo otro están relacionados. La inseguridad y el consumismo, la erosión de los valores, es un mismo paquete. Pagarle a los estudiantes para que sigan estudiando no es la solución, porque ellos carecen de la motivación para enfrentar los retos y seguir avanzando de veras. También carecen de modelos sociales adecuados. ¿A quién pueden emular? ¿Quién tiene la autoridad de decirles que no gasten la palta inconscientemente, que no le vendan droga a sus compañeros? Ellos ven a los dirigentes políticos utilizar la plata de bienestar social en mansiones y viajes. Ven a la gente que más tiene acaparando más. Ven que la sociedad valora la apariencia de dinero, sin importar de dónde salió o sus consecuencias. ¿Qué se les puede decir?

A mi me da no sé qué esa idea que tenemos en Latinoamérica de que si se es millonario ya no hay que trabajar. Yo he conocido –ejem, modestia y aparte-- a gente realmente millonaria. Lo bonito es que trabajan sin cesar, precisamente para poder mantener ese nivel de entrada de dinero. Generalmente tienen empresas, hay mucha gente que depende de ellos, por lo que su proceso de toma de decisiones no es nada sencillo. Lo que hacen, lo hacen con responsabilidad.

Creo que ser millonario se confunde con alguna fantasía de realeza medieval, porque que yo sepa, hasta los gamonales de las haciendas del siglo XIX tenían que levantarse a las cuatro de la mañana a volar pala.

En cambio, muchos jóvenes en Costa Rica van –si acaso van-- medio día al colegio, y después se plantan frente al televisor a ver tele. Dios guarde hacer tareas. Si se pone a estudiar, los compas se burlan de él y le ponen apodos. Si destaca en algún deporte o instrumento musical, es víctima de chota, sino de alguna jugarreta. Y lo mejor de todo, estas acciones son socialmente sancionadas.

El estudiante común verá cómo la gente que no estudia pero tiene conexiones pasa los exámenes sin estudiar, o paga por el título. Si tiene problemas con los profesores, ya sea acosamiento o simplemente majaderías, sino tiene “patas”, está frito y dejará los estudios, ya sea desmotivado o porque lo empujan. Son estos mismos profesores que también están nombrados por patas, no por capacidad. Los buenos educadores juegan limpio.

El ciclo de la pobreza se repite ante embarazos tempranos o estudios inconclusos (o ambos). Esto significa un atraso económico nacional, ya que la mano de obra disponible es no calificada, sirve para fábricas de ensamblaje sencillo –que no hay, porque el costo de la vida es bastante caro, y seguirá caro por el monopolio de los recursos de producción--, pero tiene aspiraciones de clase media, sin la preparación correspondiente. Tampoco está preparada para formar su propia empresa, ni existen los recursos/capacitación adecuados –están bastante limitados, al llegar la empresa cierto tamaño crítico, ya no puede crecer, no hay enlace con otras empresas, etc...

En Taiwan, sus homólogos probablemente tengan que ir a ayudar a los tatas en el negocio –la tienda, el restaurante o soda-- llevando platos o atendiendo gente. Tendrá que sentarse a la par de la caja o en la cocina a hacer las tareas donde el papa-la mamá lo vean haciéndolas, y si tiene tiempo de jugar será a distancia donde le puedan echar un ojito. Si los papás son empleados, irá probablemente a alguna escuela suplementaria. Y nada de caritas. Sabe que debe presentar buenos exámenes, o no irá al colegio/universidad. Pero tiene más opciones en cuanto a apoyo para montar su propia empresa, porque acá están enlazadas en clusters, o grupos, lo que facilita el acceso a capital y materiales a mejor precio.

En Costa Rica, los papás le pagan abogado al chiquito para que le resuelva los pleitos.

En Taiwan, al que pescan en la mentira, va para la cárcel: 20 meses de cárcel y dos millones de colones de multa por dar clases con título falso. Fraudulent professor sentenced, fined http://www.chinapost.com.tw/taiwan/2007/07/20/115540/Fraudulent-professor.htm


Hay muchas cosas que un Gobierno, la comunidad, y la familia pueden hacer para mejorar la educación, que no requieren mayor inversión sino una actitud vigilante, comprometida y una redefinición de valores. Sin ello, cualquier plata, cualquier esfuerzo, no es sino “polvo en el viento”.

1 comentario:

Jose Pablo dijo...

muy chiva saber como funciona en Taiwan, en CR tenemos mucho que mejorar, pero creo que hay esperanza, la educacion da lastima pero creo que va mejorar, ojala..