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martes, 23 de junio de 2009

Se acabó la primavera...

...y llegó el verano, con su calor pegajoso, sus tifones, sus aguaceros con rayería... En resumen, la peor estación, la que más me disgusta.

Casi no tuvimos primavera, el frío se quedó más de lo acostumbrado. De hecho, llegamos hasta mayo con manga larga. Las golondrinas estaban medio perdidas...

El día del Festival de los Botes Dragón hubo un poco de lluvia, pero ni tanta. Hasta hoy, no hemos tenido Lluvias del Ciruelo en serio y se presume que habrá sequía. O sea...

Los dejo con algunas imágenes.


Florcitas







Mucha gente




Equipo mixto locales y extranjeros

Equipo de la iglesia



Diay si...

Equipo de extranjeros
Tomando la bandera


Ojo los volcados
Rescate

Puente

lunes, 9 de junio de 2008

¡Feliz Festival de los Botes Dragón!

Ayer, al abrir la puerta del apartamento, me topo de cara con un manojo de hierbas colocadas por el vecino en su portón, estilo las palmas de Semana Santa en Tiquicia.


¿Eh, qué es esto? Me pregunté. En eso me cayó el cuatro: ah, el Festival de los Botes Dragón. Claro, hace días que estaban varios vecinos jalando hojas de bambú y palma para hacer los tamales locales, llamados “zongzhi”.

Los tamales chinos, de forma triangular, se hacen con una combinación de arroz glutinoso, carne y manteca de cerdo, nueces, hongos, y mucha, mucha paciencia. Porque les cuento, envolver tamales tiene su ciencia, y al menos nosotros en Tiquicia trabajamos con hojas de plátano, que son más anchas y largas. Ya les cuento envolver el cuchurulo de arroz en hojitas delgadas y filosas. Yo lo intenté el primer año acá –parte de la “experiencia educativa”, según nuestra universidad-- y desde entonces apoyo la economía local comprándolos en los mercados tradicionales.

Este año, la carne de cerdo está carísima, así que también aumentó el precio de los zonzhi: un USD o más. Hay vegetarianos, dulces, estilo hakka –con más nueces-- , con arroz morado... Vi los tamalitos más pequeños que antes, pero sí me hizo gracia que muchas vecinas –apoyadas por toda su familia, que casi reclutan hasta al perro para envolver los tamales-- se dedicaron al negocio. O sea, ante la crisis, a trabajar más y a ver que negocio se hace.

El arreglo de hojitas que les mencioné antes tiene como propósito alejar la “mala vibra”. En esta época cambia el clima, la gente se enferma fácilmente y salen muchos insectos de la tierra. La atmósfera se siente cargada, con muchas tempestades y rayerías, así que la gente coloca esos manojos con hierbas que alejan a los bichos, y de paso, se cree que también ahuyentan los espíritus malignos. Después de que se secan las hojas, se hace una infusión y la gente se baña en ellas para la buena suerte y alejar los males.

Me gusta ir a ver las competencias de los botes. Participan muchos equipos extranjeros, y muchos estudiantes extranjeros de universidades locales. Entre los taiwaneses, destacan los equipos municipales y los de bomberos. Las carreras en sí son muy breves: un sprint de cinco minutos, un máximo esfuerzo por ser el primero en agarrar la bandera, y ya. Victoria o derrota.

Cada equipo está compuesto por un “banderillero”, o sea, el que toma la bandera; el “tamborillero”, que marca el ritmo desde atrás, y la banda de “remadores”. Lo más difícil de participar en estos equipos, es aprender a remar al mismo ritmo que sus compañeros, y hacerlo eficientemente, generando gran velocidad, con el menor esfuerzo, y sin salpicar a media humanidad.

Me explico: en los tiempos pasados en que el avance económico era más importante que el bienestar de los ciudadanos, los ríos de Taiwan se convirtieron en verdaderas cloacas abiertas. Los alcaldes, presionados por los ciudadanos, pusieron en marcha planes de limpieza locales. Aún así, cuando yo llegué acá, remar implicaba esquivar cadáveres de perros y otras putrefactas sustancias que mejor permanecerán desconocidas.

Con paciencia y un garabato, se construyeron parques, se airearon los ríos, se mejoró la recolección de basura y el tratamiento de desechos. Ya se puede uno pasear por los ríos, pescar y hasta nadar sin que le salga a uno un brazo o un ojo nuevo. Caminar por la ribera en una noche de verano es un placer de frescor y no una tortura olfatoria.

Así que los que antes arriesgaron el pellejo –literalmente, por las infecciones en la piel-- ahora ven lo bien que se la pasan los competidores desde la comodidad de unos asientos plegables acolchados, con un par de deliciosos zongzhi frescos en una mano, y una botella de Taiwan Beer bien fría en la otra. Sin hielo, por favor.

Nota: en las empresas privadas, es costumbre dar un sobre rojo con plata o algún regalo para celebrar el festival. Además, este festival es como el Memorial Day en Estados Unidos en el sentido de que marca el fin de la primavera. De ahora en adelante, atizan el fogón y se viene un calor infernal.

Nota 2: Encontre este articulo que explica tambien el origen de las tradiciones:

Exhibición agrícola resalta el origen de las tradiciones del pueblo chino