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domingo, 2 de marzo de 2008

Festival de luces

Se me olvidaba contarles que me gusta participar en las celebraciones de Año Nuevo, siempre que esté en Taiwan para esa fecha. Verán, a nosotros nos dan pocas vacaciones al año, así que generalmente aprovecho para regresar a Costa Rica en esta época –aunque febrero sea temporada alta allá. No obstante, este año decidí quedarme acá, por lo cual pude disfrutar de muchas actividades.


Un evento parecido al Festival de la Luz en Costa Rica es el Festival de los Faroles. En Taiwan, se celebra inmediatamente después del Año Nuevo lunar. La festividad de Año Nuevo está llena de costumbres simbólicas, que a mi me agradan mucho porque hacen énfasis en mantener la familia unida, pensar positivo para el año venidero, trabajar en equipo para alcanzar metas comunes, e impulsar a chicos y grandes a dar lo mejor de sí para alcanzar el bienestar material, corporal, y espiritual.

Cuenta la leyenda que en tiempos antiguos existía un monstruo llamado Nien –que significa “año” en mandarín- , “una bestia extremadamente cruel y feroz, que comía personas en la víspera del Año Nuevo”. Según la tradición, como defensa “se pegaban coplas de papel rojo en las puertas, se iluminaban con antorchas, y se encendían petardos durante toda la noche; ya que se decía que el Nien temía el color rojo, la luz del fuego y los ruidos muy fuertes”. Las familias se congregaban para guarecerse del feroz animal, y esto llevó también a la idea de que si se quedaban despiertos toda la Noche Vieja, sus padres tendrían larga vida. Eso sí, había que dejar las luces prendidas toda la noche. O sea, que entre los fuegos artificiales y la luz de las casas y edificios, ese día, aunque lo intente, no podrá irse a dormir tranquilo.

No obstante, el día 15 del Año Nuevo lunar, se celebra la culminación de las fiestas en el Yuen Xiao Jie. Ese día, se comen bolitas rellenas de dulce, y en muchas escuelas se hace un desfile con faroles, estilo el que hacemos para el 15 de septiembre en Costa Rica, sólo que los niños llevan ya sea, diseños chinos tradicionales pintados en papel, o animalitos auspiciosos como el del año –de ratas o ardillas- o toques modernos como Ultraman, Hello Kitty, Mickey Mouse, etc. En Taipei, la muestra se lleva a cabo en el Monumento Conmemorativo a Sun Yat-sen.


Un paseo de luces guia a los visitantes desde la Municipalidad de Taipei...

Frente a la municipalidad de Taipei, se montaron varios despliegues de luces.



Hubo conciertos y otras actividades.
Dentro del monumento, pusieron los faroles mas tradicionales.

Por lo visto, mucha gente acudio a ver la muestra de este año.


La rata fue el invitado de honor...




Agradecemos el gentil patrocinio de Taiwan Beer...


Que el Año de la Rata les traiga mucha prosperidad.

martes, 12 de febrero de 2008


Avenidazo de Año Nuevo

Como les había contado antes, el equivalente al “avenidazo” es darse una vuelta por la Calle Dihua en Taipei o sus equivalentes en Taichung, Tainan, Kaohsiung, Ilan y otras ciudades principales. Si bien los mercaditos tradicionales locales se ponen a trabajar las 24 horas unos cinco días antes de la hora cero, muchas personas aún siguen la tradición de darse una vueltita por la vieja arteria comercial y de paso comprar algunos implementos necesarios para pasar los días metido en casa en familia o recibiendo visitas.

El mercado de Año Nuevo en Dihua se cierra el día antes de la cerebración –este año, el 6 fue noche vieja y el 7 el primer día.
Esta es la entrada al mercado.

Se vende de todo, desde platos y ollas, planchas y perchas, comidas y bocadillos de todo tipo, música y adornos, lo que necesite, ahí está.


Los dulces ocupan un lugar muy importante. En cada hogar, debe haber un platito redondo lleno de dulces, para hacer más placentero el año y propiciar la prosperidad. Además, para picar algo mientras se ve televisión. Más dulces. Las famosas gomitas taiwanesas, con sabor a frutas, tienen buena venta.

Los caramelos de leche están ganando adeptos, pero aún así deben presentarse en forma atractiva.


Otros bocadillos populares son las carnes secas, ahumadas, salchichones hasta de atún, etc... Las tiritas blancas son calamares secos.

Las huevas de pesado secas, estilo de caviar seco en pasta, es considerado un alimento de lujo, popular para regalos y cenas especiales.



El origen de los productos es muy importante. Los comerciantes especifican de qué área de Taiwan son las cosas, o de qué país.


La competencia lleva a la innovación. Muchos comerciantes venden pistachos, pero no todos cuentan con variedad de sabores. Acá hay semillitas con sabor a curry, a café, jengibre, etc. Se sale del patrón dulce o salado.



Los vegetales y frutas secas –por métodos ya sea de horneado o con hielo seco-- son considerados un bocadillo saludable. Yo compré dos kilos.


Muchos restaurantes famosos ofrecen sus productos, ya sea para llevar o consumir en el lugar. Este es un puesto de fideos tradicionales.


Estos son mis bocadillos favoritos: tomates y fresas en azúcar. Al lado, un puesto de fresco de chan.

Para asegurar la limpieza, cuadrillas de barrenderos recorren la calle constantemente.


También hay basureros cada 10 metros.


Si compra muchas cosas, y vive lejos, no se preocupe. En el mismo mercado hay varios puestos de compañías de servicios de mensajería, que le llevan los bultos hasta la casa a precios módicos.

En fin, pasa uno un rato bonito, se entretiene, come, y participa de la celebración aprendiendo el significado detrás de cada mercadería tradicional.

lunes, 4 de febrero de 2008

De nevadas y ventiscas

Llueve y hace frío. Por televisión veo las patéticas escenas que resuenan demasiado familiares en mis huesos. Filas de horas y horas, en medio de una masa aforma de personas que dejan de ser individuos para ser masa peligrosa. Animos caldeados y tragedia a menos de un paso. Los marines chinos luchando contra la naturaleza. Las canciones dulzonas y melodramáticas escenas, en medio de políticos llamados a la calma, a devolverse, y a trabajar más duro.

Todas estas son las escenas del éxodo de éxodos, el “movimiento de personas más grande en el mundo”–pensé que era el Hajj--, el retorno de los hijos pródigos cargados de regalos: el inicio de Año Nuevo Lunar en China continental.

Yo ya he estado ahí, unos siete años atrás, haciendo fila por 12 horas para tomar el tren. Conste que esa es la espera normal, bajo condiciones de clima ideales. Recuerdo la Estación de Guanzhou como un lugar frío y sin color. Al menos en esa ocasión pudimos comer algo. Sin embargo, pocas veces he sentido tanto miedo como estar en medio de una masa de un millón de personas, todos empujando, todos ansiosos por llegar a casa. Moraleja: NUNCA viaje en Año Nuevo.

Los chinos ya no saben qué sacar: motores de avión para limpiar las pistas, la reserva hasta de la policía. Un oficial cae exhausto en Guanzhou. Lleva tres días seguidos de pie, sin dormir más que veinte minutos en el suelo de su oficina, luchando por controlar las muchedumbres. Hay gente que lleva tres días en la carretera, sin baños ni agua ni comida. Son miles, millones.

Las minas, que ya deberían estar cerradas, están trabajando 24/7. Los vagones de carbón tienen prioridad sobre la gente. Si se para la maquinaria de producción, aún en fiestas, es tragedia. La gente puede esperar. Sí, tienen casi un mes de vacaciones de primavera, pero ¿quién puede darse ese lujo? Ciertamente, no los obreros migratorios, especie de seres transparentes e inexistentes en los anales oficiales. Sin residencia, sin derechos, su único placer es ver a los suyos una vez al año. Padres que no conocen a sus hijos, madres que dejan al esposo a cargo de los niños, hijos separados demasiado temprano de la familia. La desesperación es fácil de entender.

La naturaleza ha jugado una mala pasada esta vez, pero no es más que un recordatorio de que el desarrollo debe ser parejo –los trabajadores migratorios vienen en su mayoría de las provincias interiores, donde no ha llegado todavía la ola del despegue económico-- y firme –buena respuesta gubernamental ante un desastre de tal magnitud, especialmente, afianzando las bases para evitar mayores tragedias –restringiendo los viajes por carretera, liberando las reservas de alimentos. No obstante, se pone de manifiesto la dependencia de la frágil cadena productiva, que entre más grande, más sensible, cuyos efectos se verán más adelante, no inmediatamente, y si la cosa se pone peor, más pronto que antes, no sólo en China, sino en todo el mundo.

Esa oleada tras la tormenta me recuerda la carestía de productos de alta tecnología tras el terremoto en Taiwan: las fundiciones más grandes tuvieron que parar la producción, y hubo atrasos en el transporte, lo cual tuvo un efecto global. Lo mismo ahora con esa capa blanca que envuelve a China, que poco a poco se irá extendiendo, encareciendo los productos, reduciendo la disponibilidad de otros. El mercado bursátil se va a poner bastante interesante. Agárrense en Costa Rica, con recesión en Estados e inflación en China.

Y que lo sepan los políticos ticos: que no se atrevan a jugar de vivos con la plata donada por los chinos. Eso es plata ganada con sudor y sangre, a costa de vidas, en una lucha pareja contra los elementos. Se atienen a las consecuencias. El karma será brutal.
Esta tormenta perfecta no tendrá nada que hacer a la par de lo que se puede desatar, o más bien, lo que ellos mismos se pueden cosechar.